Actividad gremial

El clima es el principal gestor de la política lechera

Por Eduardo García Maritano, coordinador de la Comisión de Lechería de CRA.

 Desde el año 2014 nuestro país venía sufriendo un problema de sobreoferta de productos lácteos de consumo interno, hasta que en el otoño de 2016 las lluvias se ensañaron con el corazón de las cuencas lecheras de las provincias de Santa Fe y Córdoba, haciendo caer fuertemente la producción de leche.

La sobreoferta de productos lácteos se dio por una suma de factores que coincidieron simultáneamente: buen año climático 2014-15, precio de maíz muy bajo por el cierre de las exportaciones y las retenciones, dólar atrasado que dificultaba las exportaciones y caída del precio de la leche en polvo por debajo de lo que permiten nuestros costos industriales para ser competitivos. Todo logró la tormenta perfecta: nos ahogamos en leche.

Para aquellos que esperaban que bajo estas circunstancias se cumpliera la lógica de la economía que dicta que si un producto es abundante su precio debe bajar, esto se cumplió para los precios de los productos salidos de fábrica y el precio al productor, no así para el consumidor, logrando nuestra economía criolla, la sorpresa de que el consumidor no llega a comprar todo los lácteos que desea porque los precios son astronómicos y en la otra punta los productores de leche cierran porque la actividad no es rentable.

Ante el escenario descripto, nada se hizo en lo estructural. Nos sentamos a ver el choque de trenes. Con un gran esfuerzo de la nueva administración, se dieron subsidios para apuntalar el precio al productor y, finalmente por la falta de un mercado mejor armado, ese subsidio se transfirió a las industrias que pagaron menos de lo que podían en los meses en que el productor recibió la ayuda del Estado.

La promesa hecha en Venado Tuerto, Santa Fe, con la presencia del presidente de la Nación Mauricio Macri, de convocar a toda la cadena para discutir la lechería que el país necesita no se llevó adelante.

Cuando los trenes estaban por chocar, las grandes lluvias en otoño de 2016 en las principales cuencas lecheras hicieron caer drásticamente la producción de la materia prima y el precio de la leche al productor de abril a mayo sube más de un 45%, comenzando una constante recuperación generada por el ajuste de la oferta de la materia prima, producida por las lluvias, que a la fecha, no dejan de azotar la región.

Por eso podemos decir que en la Argentina el clima en los últimos doce años ha sido el principal gestor de la política lechera. Por supuesto no le podemos pedir que distinga eficientes de ineficientes, el ajuste que realiza es a tabla rasa y el que no tenga espalda financiera desaparece.

Hoy la sonrisa en algunos productores e industriales es originada en que hay poca leche. El industrial de mercado interno empieza a tener algún margen de maniobra con los comercios a los que les vende, (que igual siguen remarcando con más de los 50% al precio de fábrica, más impuestos), y los productores ven subir en centavos su litro de leche.

Podemos decir que se terminó la sobre oferta de productos lácteos para el mercado interno. La caída de producción de leche registrada en 2015 versus 2016 del 12% habla de que tenemos un volumen para atender bien al mercado interno y algún destino de exportación de buen precio como puede ser el de Brasil.

Fuera de eso nada cambió, seguimos con un mercado lácteo muy oscuro en su funcionamiento, donde oferta y demanda no traduce precios de referencia para los participantes de la cadena, como ocurre en cereales, las oleaginosas y las carnes.

Seguimos sin saber qué es lo que vendemos cuando vendemos "leche" y cuando nos compran por sólidos componentes y calidad higiénica sanitaria la fábrica es la que pone la condición de que su laboratorio no se equivoca nunca con una medición que es inapelable.

Desde la Subsecretaria de Lechería de la Nación se puso en marcha el SiGlea, que tiene por objetivo subsanar parte de esos inconvenientes. Esperemos que logre resultados.

También en la búsqueda de una información más "objetiva" se generó el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA). Resta aún que se convoque a los integrantes de la cadena para discutir con información objetiva (que tendría que generar el OCLA), si hacemos algo con esta lechería que tenemos o nos quedamos conformes con que el clima ajustó la oferta y nos volvemos a convocar en un par de años cuando la sobre oferta se repita.

Para retomar el camino del crecimiento el sector lechero argentino debe sincerarse, debe decir que quiere, si una lechería para abastecer solo el mercado interno o una lechería que abastezca al mercado interno y también sea un jugador permanente en calidad y precio en los mercados internacionales.

Esto es fundamental porque si se quiere una lechería de mercado interno, hay que avisar al sector que todavía "sobran" 3.000 tambos y más de 200 industrias lácteas. Existen actores que desean esto pero no lo dicen porque no es "políticamente correcto", pero no hacer nada para modificar esta tendencia es jugar a favor de esta opción.

Una lechería de mercado interno y de presencia permanente en los mercados internacionales requiere de mucho trabajo y coordinación intra sector. Argentina tiene condiciones para ser tan competitiva que sacaría del mercado a Nueva Zelandia y Australia, pero para eso hay que trabajar.

Lo concreto en este asunto es que el crecimiento vendrá porque el negocio lechero es capaz de captar renta y distribuir esa renta en los integrantes de la cadena. La competitividad de una cadena de negocio es la suma de la competitividad de los eslabones que la componen. En este trabajo coordinado entre los integrantes de la cadena láctea le caben tareas específicas a cada uno de sus actores.

El Estado tiene que hacer que las relaciones comerciales entre los privados sean equitativas, es decir, hacer cumplir los códigos y leyes vigentes para que las transacciones se ajusten a derecho. Un ejemplo: hoy la transacción de leche entre producción e industria se concreta bajo la forma de una compra venta oral (no formal). El artículo 1.141 del nuevo Código Civil y Comercial de la República Argentina dice que si la compra venta es oral EL PAGO DEBE SER DE CONTADO, pero el productor cobra en promedio a 30 días. Lo dice taxativamente la ley, los poderes ejecutivos nacionales y/o provinciales son los responsable de hacerla cumplir.

Si crecemos vamos a crecer por inversión privada de los que ya están y de nuevos jugadores que se animarán a entrar si generamos un ambiente de negocio favorable con reglas de juego comerciales claras como las que tienen los mercados de granos y de carnes.

La Industria tiene que aggiornar su tecnología y eficiencia de producción. El costo de producción de una tonelada de leche en polvo en la Argentina está entre 600 y 800 dólares, en Australia y Nueva Zelandia ronda los 350 dólares. Los costos internos para exportar una tonelada están en Argentina entre 150 y 200 dólares por tonelada, en Australia y Nueva Zelanda es cero.

No tenemos capacidad ni costos para generar leche en polvo que compita internacionalmente, ni tampoco instalaciones que generen formulaciones deshidratadas de mayor valor agregado como leche maternizada o leche infantil que atiendan esta demanda.

La producción argentina de leche, que a la fecha recibe los precios más bajos entre los países que releva el International Farm Comparison Network (IFCN), podrá ser más eficiente si tiene precios de mercado sobre los que ajustar sus costos para generar renta.

Estas son las tareas pendientes. Los gobiernos legítimamente elegidos por los ciudadanos son los responsables de coordinar y acompañar las acciones privadas para el desarrollo de las comunidades y de las actividades que le proveen trabajo y sustentabilidad social. Si no asumen ese rol, el clima seguirá siendo el principal gestor de la política lechera Argentina.

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