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Comprueban la eficiencia de bioinsumos en la producción citrícola

Son fertilizantes a base de extractos vegetales, micronutrientes o ácidos húmicos que mejoran la calidad de la fruta y suman rendimiento.

Dentro del sector citrícola argentino, los desafíos más urgentes a nivel productivo radican en alcanzar una gran calidad del fruto y elevar los niveles de rendimiento. Y la respuesta para ambas inquietudes podría encontrarse en las biosoluciones. Su capacidad para favorecer la absorción de nutrientes, activar el metabolismo del cultivo y mejorar la tolerancia a olas de calor y stress hídrico juegan un rol fundamental en ese sentido.

Todo esto fue comprobado una vez más en un ensayo realizado sobre un lote de más de tres hectáreas de mandarinas Murcott en el departamento de Federación, en la provincia de Entre Ríos. Allí, el productor José Luis Cornalo no solamente aumentó el calibre de sus frutos, también obtuvo un 16,6% más de rendimiento que el caso testigo.

En primer lugar, utilizó un fertilizante con actividad bioestimulante fabricado a base de extractos vegetales y micronutrientes (manganeso, zinc, magnesio, hierro, boro y azufre). Su acción ayuda a que la planta produzca las fitohormonas que van a participar en la floración y fecundación de la planta, justamente en un momento muy importante donde se define el número de células.

Los efectos positivos de este producto se vislumbran además en la provisión de una alta concentración de enzimas y aminoácidos; una elevada retención de flores y frutos; mayor capacidad fotosintética; y la translocación de azúcares y nutrientes. Todos recursos que se traducen no solo en una mayor calidad, sino también en un crecimiento de los rendimientos.

Además utilizó un segundo fertilizante foliar con actividad bioestimulante formulado en base a macro y micronutrientes. Pero en este caso su acción se focaliza en atenuar el impacto de plagas, enfermedades y estrés. La folcisteína estimula los mecanismos de defensa, ya sea por bajas temperaturas, exceso de calor, sequía, caída de granizo, o heladas. Además,los ácidos húmicos favorece la asimilación de nutrientes permitiendo un crecimiento más rápido y vigoroso del cultivo.

Y en la etapa final del cultivo apelo a otro fertilizante foliar diseñado para la fase de fructificación de la planta. Con un alto contenido de potasio soluble y balanceado con fósforo, magnesio, azufre y boro, este producto favorece la translocación de todas las sustancias de reserva de las hojas hacia el fruto. De esta manera se asegura más sabor por concentración de Brix, mejores valores de rendimiento de aceite y una mayor consistencia y calibre del cítrico.

En total fueron cuatro aplicaciones realizadas sobre un lote de 1,6 hectáreas contra otro lote testigo del mismo tamaño y conducido según prácticas habituales de manejo. Los resultados fueron más que satisfactorios para Cornalo, que destina su producción de mandarinas Murcott al mercado de exportación. El lote tratado obtuvo un rendimiento de 30,5 tn/ha, mientras que la parcela que no tuvo tratamientos con fertilizantes foliares con acción bioestimulante alcanzó las 25,4 tn/ha. Se trata de un diferencial de 5.1 Tn/ha, que se traduce en términos porcentuales en un rinde superior al 16,6%.

Pero la ventaja del paquete tecnológico, diseñado por la firma UPL, se trasladó también a otros aspectos de la producción. En ese sentido, el calibre promedio de la mandarina tratada con biosoluciones fue notablemente superior al caso testigo, aportando un diferencial de kilos por planta. Esta mayor calidad de la fruta, que viene acompañada también de más firmeza y color, se traduce en mayores ganancias para los productores, que se encuentran mejor posicionados para la venta de su cosecha.

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