Actividad gremial

El mal del siglo

Editorial de Las Bases del presidente de CRA, Rubén Ferrero.

El paciente: “Doctor, un desaliento en la vida que en lo íntimo de mí se arraiga y nace, el  mal del siglo... el mismo mal de Werther, de Rolla, de Manfredo y de Leopardi.

Un cansancio de todo, un absoluto desprecio por lo humano... un incesante renegar de lo vil de la existencia digno de mi maestro Schopenhauer; un malestar profundo que se aumenta con todas las torturas del análisis...”.

El médico: “Eso es cuestión de régimen: camine de mañanita; duerma largo; báñese; beba bien; coma bien; cuídese mucho ¡Lo que usted tiene es hambre!” (José Asunción Silva).

Este poema plantea un conflicto entre “el paciente” y la realidad. Dicho de otro modo, “el paciente” no puede llamar a las cosas por su nombre y, por eso, trata de disfrazar la realidad embelleciéndola, llenándola de atributos y distorsionando su significado.

Cualquier parecido con “el relato” atribuible a este gobierno es pura coincidencia. Por supuesto, José Asunción Silva escribió este poema a fines del siglo XIX y ni en su sátira más refinada hubiera podido imaginar que sería superado por el relato de la “década ganada”.

En efecto, hoy la visión de la realidad Argentina es obscenamente contradictoria, según sea quien la mire. Hace apenas unos días, el Jefe de Gabinete estaba dando cifras elogiosas de la economía cuando un periodista le señaló la engorrosa situación de los jubilados (11% de aumento tras seis meses de congelamiento). A esto, Capitanich respondió que “el poder adquisitivo aumentó drásticamente en los últimos años y que desde la oposición se siguen manipulando indicadores”.

Sin embargo, desde la Dirección de Estadísticas y Censos de la ciudad de Buenos Aires pudo saberse que la canasta de alimentos para una familia tipo subió 40,1% en un año, y recientemente el Observatorio social de la UCA ha informado que la pobreza ronda el 26%, un porcentaje dolorosamente cuatro veces mayor al reconocido por el gobierno.

Los argentinos necesitamos que quienes nos gobiernen en el futuro sean capaces de comprender e interpretar fielmente la realidad y los conflictos de todo el entramado productivo del país. Hoy, el campo es una fruta que ha sido exprimida hasta el punto de ponerse en riesgo la continuidad de muchas de sus producciones. Aunque el Jefe de Gabinete diga que “este gobierno es el que más ha ayudado al desarrollo del sector agropecuario”, la realidad muestra con vergüenza que tenemos menos carne, menos leche, menos maíz, menos trigo; que las economías regionales se desangran y que la imprevisibilidad económica sumada a la inseguridad jurídica ahuyenta cualquier atisbo de inversión.

A esta altura pecaríamos de ingenuos si creyéramos que algún día el relato oficial va a articularse con la realidad. Estará en nosotros, como ciudadanos responsables y memorio sos, optar por aquellos “médicos” que, por dura que sea, nos digan de frente la verdad de la situación para poder ocuparnos de ella.