Actividad gremial

Mar Chiquita agropecuaria

El actual presidente de la Sociedad Rural de Mar Chiquita contó lo que está padeciendo la zona, como por ejemplo las olas de inseguridad.

Mientras la mayor parte de la producción del partido de Mar Chiquita, provincia de Buenos Aires, se realiza en suelos overos, donde conviven la ganadería con algunas producciones de cereales y oleaginosas, la zona también sufre, en algunos sectores, las amenazas de los excesos hídricos de la región, que la anegan camino al mar.

Junto a la desidia oficial, son también la causa del estado pésimo de sus caminos de tierra. Además, soporta una constante y creciente ola de inseguridad de la que han sido víctimas la mayoría de los establecimientos del distrito.

Mar Chiquita es un partido de características muy particulares porque está ubicado en el extremo sudeste de la Cuenca del Salado. En aproximadamente 350 mil hectáreas, producciones agrícolas como maíz, trigo, girasol, colza y soja, conviven con 370 mil cabezas de bovinos, una cifra nada despreciable si se tiene en cuenta que los suelos overos de gran parte del distrito, suelen verse perjudicados por las sequías del verano o los excesos hídricos del invierno. Las abundantes lluvias son justamente las que por estos días conspiran contra una amplia red de caminos muy desatendidos por parte de las autoridades del  municipio, que deberían mantenerlos en condiciones y efectuar las tareas de alteos, terraplenes, sanjeos y alcantarillados, obras que brillan (por su ausencia) casi tanto como el agua que los cubre en muchos puntos críticos.

El actual presidente de la Sociedad Rural de Mar Chiquita, Eduardo Freije, aseguró que “la zona recibe aguas de más de un millón de hectáreas que provienen de los partidos de Azul, Balcarce, Ayacucho y Maipú, en donde debe drenar por la boca de salida hacia el mar de la Laguna de Mar Chiquita, ya que no hay ningún otro paso que corte los médanos”. El dirigente se encuentra muy preocupado tanto por el exceso hídrico como por el mal estado de los caminos y la inseguridad rural que asola desde hace años la región, pero que ha recrudecido durante los últimos meses.

“Si bien por ordenanza municipal hay constituida una comisión llamada Caser, que debería encargarse de todos los servicios rurales, por falta de voluntad política, esto no sucede a pesar de que recibe el 70% de lo que la municipalidad percibe en concepto de tasa vial”, sostiene Freije, y cuenta que “durante los años secos se retiraron las máquinas, no se hicieron las obras y ahora nos encontramos con inconvenientes graves en la red vial”. Además, en la laguna había, hasta el año 1980, una salida al mar de 800 metros que por obras en la base aeronáutica quedaron reducidas a 70 metros y, desde entonces, “estamos reclamando que eso se solucione, aunque aún no sucede”, resalta.

Asimismo, debido a que las aguas encuentran el primer escollo en los dos terraplenes de la Autovía 2 y de las vías del ferrocarril, sobrevolando la zona puede ver que de un lado (oeste) el agua está desparramada, cubriendo los campos, y del otro lado de la ruta está encausada”, sostiene Freije, dando cuenta de una realidad que, desde Carbap, se viene denunciado desde hace tiempo.

Debido a estas causas, se encuentra sin levantar la mitad de la cosecha de soja y casi todo el maíz, siendo este cereal muy importante dado el desarrollo de la industria avícola que tiene la región, ya que es destinado, fundamentalmente, a la producción de huevos de varias plantas que se encuentran ubicadas en distintos puntos del partido.

El dirigente coincide con otros colegas en que deberían dejarse de lado controles como la trazabilidad, teniendo en cuenta que sólo se exporta un 4% de lo faenado. “Nosotros les ponemos las caravanas antes de subir al camión y cuando llegan al frigorífico las cortan y las tiran a un rincón”, resalta Freije. Esto, junto a los análisis de tuberculosis, que según estudios de INTA no son efectivos porque pueden arrojar en muchos casos falsos positivos, son actividades burocráticas que generan gastos y trastornos en momentos en que los márgenes de rentabilidad son cada vez menores.

 Otras alternativas de producción

Mar Chiquita tiene su población demográfica distribuida en varias poblaciones de distintas dimensiones entre las que se encuentran General Pirán, Mar de Cobo, Camet Norte, Santa Clara del Mar, La Caleta y otros balnearios situados en la zona de la costa, además de Coronel Vidal y Vivoratá, que sufrieron fuertemente el cierre de dos de sus frigoríficos a raíz del cierre de las exportaciones de carne.

Freije se dedica a la administración agropecuaria y su empresa familiar, en donde producen ganadería de cría, engorde,  venta de vientres y reproductores bovinos. Como en gran cantidad de los establecimientos, también realiza la recría y la terminación a corral. Además, hay varios emprendimientos en Mar Chiquita dedicados a la terminación de animales, ya sea completando las cabezas propias o brindando hospedaje a la invernada de la región.

Según el dirigente, otra actividad que aporta una entrada de divisas al partido y absorbe los servicios de varios jóvenes de algunas de las poblaciones, es la preparación y venta de caballos de polo. “Se están criando, entrenando y vendiendo muchos caballos en buenas cifras y todos los años seis o siete jóvenes de cada pueblo viajan a Europa, Asia o Estados Unidos a trabajar de petiseros”, cuenta Freije a lo que asegura: “no tenemos una tradición polera como pueden tenerla otros partidos como Lobos, Cañuelas o Coronel Suárez, pero, producto de la actividad ganadera, se le ha encontrado una salida a esta actividad que genera mucho trabajo y recursos”

Una red para el siglo XXI

Están tratando de fomentar con las dos cooperativas eléctricas que hay en  el partido, una red que provea energía a los establecimientos rurales. “El Ministerio de Asuntos Agrarios tiene un programa de fomento energético”, asegura Freije, y contó que se van a reunir con los equipos técnicos para darle forma al proyecto, luego de haberlos visitado el viceministro de esa cartera. “Nosotros queremos que la provincia, seguramente a través de las cooperativas locales, realice las redes troncales y, a partir de ahí, vamos a fomentar entre nuestros asociados para que hagan las extensiones hasta los establecimientos”, resalta Freije y explica que “nuestra intención es que, ya en pleno siglo XXI, podamos contar en los campos con energía eléctrica, aunque sea, para los requerimientos básicos de los hogares. Si luego de eso se pudiera tener trifásica, mucho mejor”, sostiene el dirigente.

 

Creciente inseguridad

Desde hace varios años, pero fundamentalmente desde enero pasado, los casos de abigeato y cuatrerismo han ido incrementándose cada vez con mayor violencia. La proximidad con una ciudad como Mar del Plata, donde se registra uno de los índices más altos de inseguridad del país, ha originado una generalización del delito también en la región. La mayoría de los establecimientos grandes sufrieron robos y agresiones por parte de bandas armadas con privación de la libertad de los moradores. Entre las estancias perjudicadas se hallan Don Leoncio, San Esteban, Vivorata y Aguas Brillantes.

“Con la patrulla rural ha pasado algo parecido a lo de los caminos, porque a partir de estos hechos más violentos, se están volviendo a reactivar”, comenta Freije y asegura que “lo más peligroso es que, para llevarse los animales, cortan los alambrados de los potreros que lindan a los caminos y a las rutas”. Lo graves es que, aunque sea por causa de los delincuentes, el propietario sigue siendo el responsable de los que ocurra con su hacienda que en esas circunstancias puede provocar una tragedia si algún automóvil las embiste”, afirma Freije, preocupado por las consecuencias que pudieran surgir de estos casos.

Si bien no hay estadísticas, durante las reuniones que se realizan en la sede de la rural entre los integrantes de la misma, las comisiones de lucha contra aftosa y de mantenimiento de caminos (Caser), se denuncian casos que van engrosando la lista de hechos que parecen no tener fin.