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Comunicado

Vid: Sin rentabilidad no hay producción

Comunicado de la Sociedad Rural del Valle de Uco.

El cuadro de situación actual de algunas economías regionales pareciera no encontrar una solución de continuidad: tipos de cambios múltiples, inflación, plazos de pago a la producción, incrementos de los costos productivos (el incremento del riesgo climático) y una multiplicidad de factores han llevado inexorablemente a la pérdida de rentabilidad sostenida en los últimos años.


Este marco de situación se replica en una gran cantidad de actividades regionales, y nuestra bebida nacional no está exenta, tal es el caso de los Productores de Uva Varietal del Valle de Uco donde se produce el Malbec de alta calidad, emblema de nuestro país.


Las economías regionales dentro del sector agropecuario son las que mayores dificultades encuentran a la hora del recambio tecnológico, que es casi una necesidad de urgencia para el sector. Las inercias propias, la falta de competitividad, son solo alguno de los temas; que se manifiestan en una reducida capacidad de inversión del productor.


Lograr incrementar los volúmenes de producción requiere de un trabajo en conjunto de todo el ecosistema productivo y la cadena vitivinícola es un ejemplo de ello; que, si bien ha dado pasos importantes en los últimos años, en este sentido necesita consolidar los mismos en un círculo virtuoso capaz de lograr la manifestación completa de todo su potencial productivo.


El productor es el actor central, en él comienza todo, y dentro de la serie de factores el principal es la rentabilidad, y necesariamente tiene que ser acompañada de un sistema de comercialización transparente, con contratos de ventas escritos que contengan reglas claras de precio y plazos de pago; Ley 9.252 que Bodegas Argentinas se niega a concurrir.


Si miramos la dinámica de los precios percibidos por los productores en una serie que empieza en el 2003, se observa claramente la pérdida de valor del productor a partir del año 2018; llegando a un piso histórico para esta serie, en la campaña 2019-2020 donde el productor cobró un 40% del promedio histórico. La comparativa tanto con el precio promedio o la Moda (el valor más repetido) en la misma, ya sea medida en dólares, o pesos actualizados por inflación dejan en evidencia la fragilidad en la que se encuentran los productores en la actualidad.

Desde el año 2007 a la actualidad la participación de la producción en el precio final al público del producto se ha reducido a la mitad, eso ha sido pura y exclusivamente Perdida de Precio al productor (obviamente sin manifestarse esa baja de rentabilidad en el precio pagado por el consumidor).


Otro componente importante en cuanto al precio real percibido por los productores es el periodo de pago promedio que recibe por su uva, en el contexto inflacionario actual.


Una vez generada la liquidación al productor de lo que ya ha entregado, analizado y liquidado; el pago real se extiende en algunos casos hasta 6 u 8 meses, con los consiguientes efectos financieros sobre el productor: atrasos en los pagos de obligaciones fiscales, patronales (todas ellas cobran punitorios) y merma en el poder de negociación frente a proveedores (ya que al no contar con una herramienta de pago pierde el poder de decisión económica de compra, que se manifiesta en el incremento costo del insumo o servicio productivo que adquiere).


En cuanto a los costos de producción no es ninguna novedad que si tomamos una comparativa de precios de venta de producto con respecto a los precios de los recursos involucrados en el proceso de producción para generar los mismos, las tasas de crecimiento de estos últimos duplican en dólares a los primeros (los costos subieron por el ascensor y los precios de venta por la escalera, en este caso la escalera bajaba al subsuelo); ejemplo de esto son los fertilizantes y el combustible por solo nombrar algunos.


Como tomador de precios de mercado, el área de gestión del productor se encuentra precisamente en los costos. La falta de rentabilidad redundó en una pérdida de reinversión en las fincas, suspensión de las tareas de mantenimiento o secundarias y por consecuencia, golpeó la productividad en el corto plazo y en el mediano la sustentabilidad del sistema.


La solución se encuentra en la mejora de la competitividad real del sector, basada en la mejora de su calidad y productividad, velando por el sistema en su conjunto con respaldo del Estado; siendo de carácter urgente las siguientes necesidades:


? Reconstitución de capital de trabajo e insumos.


? Reconversión tecnológica.

? Créditos a tasas que guarden relación con la actividad que los
demanda.


? Formalización de un sistema de comercialización transparente con
precios ciertos y plazos de pagos razonables; reduciendo los
costos financieros ocultos, que erosionan la rentabilidad del
productor y su capacidad de reinversión.


? Creación de un esquema tributario no distorsivo y adecuado
acorde a la escala productiva.

Este estudio se está hecho sobre una cosecha normal de 80 quintales por
hectárea no con la merma del 50% de los Varietales del Valle de Uco.