Gran avance de la sequíaLas durísimas alteraciones climáticas hacen estragos en la pampa húmeda donde se estiman pérdidas millonarias.
El fenómeno climático de "La Niña'', que sintetiza una alteración cíclica, drástica y restrictiva, en el régimen anual de precipitaciones hídricas, está provocando daños irreversibles en las zonas productivas más ricas de la Argentina y si bien se anuncian lluvias para los próximos días, no cambiarán el cuadro de desastre. El avance despiadado de la sequía en la pampa húmeda y otras regiones del país prevé pérdidas cuantiosas, estimadas en un principio por Confederaciones Rurales Argentinas en casi 800 millones de dólares en esta temporada solamente en maíz. Pero, en conjunto con otros cultivos de temporada, los cálculos de las entidades agropecuarias señalan que las pérdidas ya alcanzan los 10.000 millones de dólares.
Esta sequía histórica, sin precedentes en 46 años en partidos bonaerenses, sur de Santa Fe, Córdoba, parte de La Pampa y San Luis, impacta más en el maíz porque está en la etapa de floración, pero también golpea a la soja, que ha frenado su desarrollo y consecuentemente habrá una caída de los rindes de la oleaginosa. De igual manera repercute en otros cultivos temporales y diezma al ganado por la ausencia de pasturas y hasta agua para beber. Para tener una simple apreciación de la catástrofe, un informe del INTA sobre las precipitaciones de diciembre pasado en Pergamino observa 1,1 milímetros, cuando la media del período 1971-2010 fue de 105,7 mm. El drama de la sequía argentina repercute en el exterior, donde se sigue con expectativa la evolución climática y se hacen estimaciones como la del mercado de Chicago, de por lo menos una merma de alrededor de tres millones de toneladas en maíz y otro tanto de soja, respecto de las estimaciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) de 29 millones de toneladas.
Mientras la pampa húmeda lleva unos 60 días sin precipitaciones importantes y el fantasma del quebranto acosa a los productores, el colapso poco repercute en las decisiones políticas, salvo una declaración de emergencia económica agropecuaria en seis distritos bonaerenses. Sin embargo, la Nación dispone de recursos anticrisis y fondos como los ATN, sostenidos por la coparticipación, que sólo nutren la caja política. Así como el Estado se asocia al campo en las ganancias con exigencias tributarias rayanas en lo confiscatorio, caso de la resolución 125, también debe asumir las pérdidas, en este caso con exenciones fiscales, subsidios para paliar la emergencia y, fundamentalmente invertir en obras de infraestructura de riego, porque un país agrícola no puede estar pendiente de la incertidumbre climática.
El fenómeno climático de "La Niña'', que sintetiza una alteración cíclica, drástica y restrictiva, en el régimen anual de precipitaciones hídricas, está provocando daños irreversibles en las zonas productivas más ricas de la Argentina y si bien se anuncian lluvias para los próximos días, no cambiarán el cuadro de desastre. El avance despiadado de la sequía en la pampa húmeda y otras regiones del país prevé pérdidas cuantiosas, estimadas en un principio por Confederaciones Rurales Argentinas en casi 800 millones de dólares en esta temporada solamente en maíz. Pero, en conjunto con otros cultivos de temporada, los cálculos de las entidades agropecuarias señalan que las pérdidas ya alcanzan los 10.000 millones de dólares.
Esta sequía histórica, sin precedentes en 46 años en partidos bonaerenses, sur de Santa Fe, Córdoba, parte de La Pampa y San Luis, impacta más en el maíz porque está en la etapa de floración, pero también golpea a la soja, que ha frenado su desarrollo y consecuentemente habrá una caída de los rindes de la oleaginosa. De igual manera repercute en otros cultivos temporales y diezma al ganado por la ausencia de pasturas y hasta agua para beber. Para tener una simple apreciación de la catástrofe, un informe del INTA sobre las precipitaciones de diciembre pasado en Pergamino observa 1,1 milímetros, cuando la media del período 1971-2010 fue de 105,7 mm. El drama de la sequía argentina repercute en el exterior, donde se sigue con expectativa la evolución climática y se hacen estimaciones como la del mercado de Chicago, de por lo menos una merma de alrededor de tres millones de toneladas en maíz y otro tanto de soja, respecto de las estimaciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) de 29 millones de toneladas.
Mientras la pampa húmeda lleva unos 60 días sin precipitaciones importantes y el fantasma del quebranto acosa a los productores, el colapso poco repercute en las decisiones políticas, salvo una declaración de emergencia económica agropecuaria en seis distritos bonaerenses. Sin embargo, la Nación dispone de recursos anticrisis y fondos como los ATN, sostenidos por la coparticipación, que sólo nutren la caja política. Así como el Estado se asocia al campo en las ganancias con exigencias tributarias rayanas en lo confiscatorio, caso de la resolución 125, también debe asumir las pérdidas, en este caso con exenciones fiscales, subsidios para paliar la emergencia y, fundamentalmente invertir en obras de infraestructura de riego, porque un país agrícola no puede estar pendiente de la incertidumbre climática.