Con todo el peso del arrozAdmite Arroz terminó ayer en Concepción del Uruguay. La cadena del cultivo tuvo allí un lugar estratégico para capacitarse sobre la maquinaria y el manejo más moderno.
De los sistemas productivos, el arroz es uno de los más profesionalizados. Si quedaban dudas, bastó una vuelta por el entrenamiento Admite Arroz, organizado por Ferias y Exposiciones Argentinas en la Estación Experimental del INTA Concepción del Uruguay, en Entre Ríos.
Allí, durante cinco días, desde el martes hasta ayer, un grupo de especialistas, productores y hombres de la industria de la maquinaria, provenientes de todas las regiones arroceras del país, compartieron conocimientos a campo con el objetivo de resolver las grandes dificultades que implica el cultivo.
En la Argentina, se siembran 250.000 hectáreas de arroz y se producen 2,8 millones de toneladas. El rendimiento promedio es de 7.000 kg por hectárea y se necesitan unos 4.500 kg para cubrir el costo promedio.
El productor arrocero tiene cultura arrocera. La tradición se hereda y ésto se debe a la dificultad que tiene hacer el cultivo. En su mayoría, los productores son propietarios de tierras que han ampliado su escala mediante arrendamientos.
“Entre Corrientes y Entre Ríos se llega al 80 % de la superficie arrocera total. En las últimas campañas se ve claramente que el cultivo se va desplazando hacia el norte, debido a que más al sur el riego se hace con aguas profundas, que implican afrontar un alto costo de combustible”, explica Hernán Ferrari, docente de Admite Arroz y técnico de INTA en Concepción del Uruguay.
Pero el arroz tiene una buena noticia: la siembra directa ya es un camino de ida, aunque sólo se practique en un 15% del total de la superficie. “Hoy disponemos de variedades que permiten liberar el agua del lote antes, de modo de llegar a la cosecha con el suelo seco, lo que hace posible levantar el arroz sin dejar huellas”, asegura Ferrari, para quien la SD no se ha extendido a todos los productores por falta de información.
“No se animan porque piensan que al liberar el lote temprano, los factores de amplitud térmica van a hacer que el arroz se parta. Pero lo que deben tener en cuenta es que con las nuevas variedades esto no ocurre”, destaca el técnico.
A su vez, la siembra directa impacta sobre los costos del cultivo. Este sistema reduce un 20% el costo de la producción del cereal. Además, los rindes se mantienen y disminuye la cantidad de semilla utilizada. Como para establecer una comparación, en siembra convencional la densidad usada es de 120 kg a 160 kg de semillas por hectárea, mientras que en siembra directa, con máquinas debidamente reguladas, se pueden dosificar de 60 kg/ha a 80 kg/ha y obtener el mismo rinde.
En Admite Arroz, se confirmó que ya hay sembradoras que copian las taipas y logran implantar siempre a la misma profundidad. Y también que hay un camino posible para la agricultura de precisión; lo que se necesita es un monitor de rendimiento con segregación de lotes, que en arroz no es fácil de conseguir. La cosechadora, en el sistema convencional, no tiene un ritmo continuo, muchas veces debe frenar y retroceder, lo que impide la realización de un mapa de rendimientos. Al no obtener estos datos, resulta imposible avanzar con los demás implementos de agricultura de precisión. Sin embargo, en sistemas de siembra directa, la cosechadora va a poder trabajar en forma constante y de ese modo elaborar el mapeo que hace falta.
Por su parte, Gustavo Abascal, a cargo del entrenamiento en labores, sostuvo que lograr la siembra en tiempo y forma y luego un riego correcto son las bases para el éxito del cultivo. Se pierden entre 80 kg/ha y 90 kg/ha de potencial de rinde por día de atraso en la siembra. En suelos pobres, las pérdidas son aún mayores.
Ramón Hidalgo, responsable del módulo de siembra, destacó la necesidad de hacer bien las taipas y lograr que la sembradora posicione la semilla en el fondo del surco. La tendencia es a disminuir la distancia entre líneas y bajar la densidad de semillas por hectárea, ya que se busca trabajar a 17,5 cm entre hileras. En Brasil, hay prototipos de siembra a 15 cm. Esta tendencia responde, en buena medida, al avance genético y la mejor respuesta de las semillas.
De los sistemas productivos, el arroz es uno de los más profesionalizados. Si quedaban dudas, bastó una vuelta por el entrenamiento Admite Arroz, organizado por Ferias y Exposiciones Argentinas en la Estación Experimental del INTA Concepción del Uruguay, en Entre Ríos.
Allí, durante cinco días, desde el martes hasta ayer, un grupo de especialistas, productores y hombres de la industria de la maquinaria, provenientes de todas las regiones arroceras del país, compartieron conocimientos a campo con el objetivo de resolver las grandes dificultades que implica el cultivo.
En la Argentina, se siembran 250.000 hectáreas de arroz y se producen 2,8 millones de toneladas. El rendimiento promedio es de 7.000 kg por hectárea y se necesitan unos 4.500 kg para cubrir el costo promedio.
El productor arrocero tiene cultura arrocera. La tradición se hereda y ésto se debe a la dificultad que tiene hacer el cultivo. En su mayoría, los productores son propietarios de tierras que han ampliado su escala mediante arrendamientos.
“Entre Corrientes y Entre Ríos se llega al 80 % de la superficie arrocera total. En las últimas campañas se ve claramente que el cultivo se va desplazando hacia el norte, debido a que más al sur el riego se hace con aguas profundas, que implican afrontar un alto costo de combustible”, explica Hernán Ferrari, docente de Admite Arroz y técnico de INTA en Concepción del Uruguay.
Pero el arroz tiene una buena noticia: la siembra directa ya es un camino de ida, aunque sólo se practique en un 15% del total de la superficie. “Hoy disponemos de variedades que permiten liberar el agua del lote antes, de modo de llegar a la cosecha con el suelo seco, lo que hace posible levantar el arroz sin dejar huellas”, asegura Ferrari, para quien la SD no se ha extendido a todos los productores por falta de información.
“No se animan porque piensan que al liberar el lote temprano, los factores de amplitud térmica van a hacer que el arroz se parta. Pero lo que deben tener en cuenta es que con las nuevas variedades esto no ocurre”, destaca el técnico.
A su vez, la siembra directa impacta sobre los costos del cultivo. Este sistema reduce un 20% el costo de la producción del cereal. Además, los rindes se mantienen y disminuye la cantidad de semilla utilizada. Como para establecer una comparación, en siembra convencional la densidad usada es de 120 kg a 160 kg de semillas por hectárea, mientras que en siembra directa, con máquinas debidamente reguladas, se pueden dosificar de 60 kg/ha a 80 kg/ha y obtener el mismo rinde.
En Admite Arroz, se confirmó que ya hay sembradoras que copian las taipas y logran implantar siempre a la misma profundidad. Y también que hay un camino posible para la agricultura de precisión; lo que se necesita es un monitor de rendimiento con segregación de lotes, que en arroz no es fácil de conseguir. La cosechadora, en el sistema convencional, no tiene un ritmo continuo, muchas veces debe frenar y retroceder, lo que impide la realización de un mapa de rendimientos. Al no obtener estos datos, resulta imposible avanzar con los demás implementos de agricultura de precisión. Sin embargo, en sistemas de siembra directa, la cosechadora va a poder trabajar en forma constante y de ese modo elaborar el mapeo que hace falta.
Por su parte, Gustavo Abascal, a cargo del entrenamiento en labores, sostuvo que lograr la siembra en tiempo y forma y luego un riego correcto son las bases para el éxito del cultivo. Se pierden entre 80 kg/ha y 90 kg/ha de potencial de rinde por día de atraso en la siembra. En suelos pobres, las pérdidas son aún mayores.
Ramón Hidalgo, responsable del módulo de siembra, destacó la necesidad de hacer bien las taipas y lograr que la sembradora posicione la semilla en el fondo del surco. La tendencia es a disminuir la distancia entre líneas y bajar la densidad de semillas por hectárea, ya que se busca trabajar a 17,5 cm entre hileras. En Brasil, hay prototipos de siembra a 15 cm. Esta tendencia responde, en buena medida, al avance genético y la mejor respuesta de las semillas.