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El modelo Córdoba: cómo el maní duplicó su rendimiento con innovación público-privada

El maní cordobés vive un momento histórico. En apenas un cuarto de siglo, duplicó sus rindes, pasando de 2.000 a más de 4.000 kilos por hectárea en caja, un salto productivo que no fue casual.

La articulación entre el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y empresas como Aceitera Geneal Deheza (AGD) permitió trasladar el conocimiento técnico desde los laboratorios hasta los lotes, marcando un antes y un después para la cadena manisera.

Este crecimiento es el resultado de un modelo territorial de innovación, basado en redes colaborativas entre el sector público y privado. "Trabajamos con un modelo interactivo que nos permite vincularnos con empresas chicas, medianas y grandes. El INTA es una institución de servicio, y ese servicio se canaliza a través de convenios de colaboración técnica", explicó Juan Cruz Molina Hafford, director del Centro Regional Córdoba del INTA.

Desde AGD, Carlos Alberto Marescalchi, gerente de Producción Agropecuaria, ratificó que el salto en los rindes no es fruto del azar. "Es producto de una actividad público-privada bien gestionada", aseguró. El vínculo entre AGD y la Agencia de Extensión Rural INTA General Cabrera se remonta a los años 80, en tiempos en que el cultivo enfrentaba serias amenazas por enfermedades del suelo como Sclerotium rolfsii, Sclerotinia spp. y Fusarium spp.

El trabajo técnico permitió establecer prácticas agronómicas clave, como rotaciones largas y labranza mínima, que no solo permitieron convivir con las enfermedades, sino también mejorar los sistemas de manejo. A eso se sumó un fuerte impulso a la investigación genética y el desarrollo de nuevas variedades, consolidado en un lote demostrativo de 40 hectáreas en INTA Manfredi donde se realizan ensayos con tecnologías de avanzada.

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Pero el avance también llegó a la mecanización, adaptando los sistemas de siembra, arrancado y trilla a las particularidades del maní, cuyo fruto se desarrolla bajo tierra. Las prácticas se perfeccionaron hasta lograr rindes de hasta 8.000 kilos por hectárea en lotes con buen control sanitario y una adecuada fecha de siembra.

"A partir de estudios de temperatura y radiación, se demostró que nuestra región recibe más energía a lo largo del ciclo del cultivo. Eso permitió extender el período de crecimiento de 150 a hasta 180 días, con lo cual se optimizó la madurez de las cajas y se obtuvo una mejora sustancial en el rendimiento", detalló Marescalchi.

Además de la mejora técnica, el maní se consolida como motor económico regional. "Desde la producción hasta la exportación, el maní genera valor y empleo, y hoy es una muestra de lo que puede lograrse con articulación real entre ciencia y producción", concluyó.

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