Mendoza refuerza el control sanitario contra la polilla de la vidLa provincia lanza un plan integral para asistir a más de 9 mil productores vitícolas en la lucha contra la polilla de la vid. Incluye aplicaciones aéreas, drones, feromonas e insecticidas de bajo impacto ambiental.
Con el objetivo de contener el avance de la polilla de la vid (Lobesia botrana), Mendoza se prepara para desplegar una campaña de control fitosanitario sin precedentes que alcanzará a más de 9.000 productores y cubrirá unas 130.000 hectáreas de vid en toda la provincia. A través del Fideicomiso de Asistencia Vitivinícola, la estrategia prevé la adquisición de difusores de feromonas, insecticidas específicos, servicios de pulverización aérea con aviones y drones, además de otros recursos clave para ejecutar un plan integral de control.
La iniciativa es coordinada por el Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria Mendoza (Iscamen) junto al Ministerio de Producción, y forma parte de una política pública sostenida desde 2016. Su objetivo es suprimir las poblaciones de la plaga y mantenerlas por debajo del umbral de daño económico, especialmente en aquellas zonas donde se detecta mayor presión poblacional del insecto.
El plan técnico incluye herramientas de manejo como la Técnica de Confusión Sexual (TCS), que se basa en el uso de feromonas pulverizables y difusores de emisión controlada para interferir en el apareamiento del insecto. Este método, de bajo impacto ambiental, será complementado con aplicaciones de insecticidas registrados en Senasa, categoría IV o Banda Verde, considerados seguros para el ambiente y la salud humana.
El operativo se desarrollará en etapas. La primera contempla la asistencia a 50.000 hectáreas de viñedos con difusores de feromonas, priorizando áreas de media y alta presión de Lobesia botrana. En una segunda fase, se sumará la aplicación aérea de insecticidas sobre 180.000 hectáreas -una cobertura que contempla más superficie de la estimada bajo asistencia directa- en los oasis Norte y Este. Para ello, se contratarán servicios de aeronaves, permitiendo una cobertura eficiente y homogénea, además de asegurar trazabilidad en las mezclas aplicadas. En zonas donde no es viable el uso de aviones, se prevé utilizar drones.
La tercera etapa contempla la asistencia con insecticidas de bajo impacto a 47.500 hectáreas, incluyendo 7.500 hectáreas de viñedos orgánicos, cuya protección requiere especial cuidado. A esto se sumará el manejo de la segunda generación de la plaga mediante feromonas asperjables en otras 70.000 hectáreas, con posibilidad de ser aplicadas tanto por aeronaves como por drones, de acuerdo a la ubicación y características de los cultivos.
El programa también contempla una etapa de monitoreo intensivo. Para ello, se destinarán recursos a la compra de trampas y demás insumos necesarios para realizar un seguimiento permanente de la evolución de la plaga y evaluar el impacto de las técnicas aplicadas.
Este ambicioso plan de control integrado refuerza el compromiso del gobierno mendocino con el cuidado del estatus sanitario de su vitivinicultura, motor clave de la economía regional. La combinación de asistencia técnica, monitoreo continuo y apoyo logístico busca no solo proteger la producción actual, sino también sostener la competitividad del sector en los mercados nacionales e internacionales.
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Con el objetivo de contener el avance de la polilla de la vid (Lobesia botrana), Mendoza se prepara para desplegar una campaña de control fitosanitario sin precedentes que alcanzará a más de 9.000 productores y cubrirá unas 130.000 hectáreas de vid en toda la provincia. A través del Fideicomiso de Asistencia Vitivinícola, la estrategia prevé la adquisición de difusores de feromonas, insecticidas específicos, servicios de pulverización aérea con aviones y drones, además de otros recursos clave para ejecutar un plan integral de control.
La iniciativa es coordinada por el Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria Mendoza (Iscamen) junto al Ministerio de Producción, y forma parte de una política pública sostenida desde 2016. Su objetivo es suprimir las poblaciones de la plaga y mantenerlas por debajo del umbral de daño económico, especialmente en aquellas zonas donde se detecta mayor presión poblacional del insecto.
El plan técnico incluye herramientas de manejo como la Técnica de Confusión Sexual (TCS), que se basa en el uso de feromonas pulverizables y difusores de emisión controlada para interferir en el apareamiento del insecto. Este método, de bajo impacto ambiental, será complementado con aplicaciones de insecticidas registrados en Senasa, categoría IV o Banda Verde, considerados seguros para el ambiente y la salud humana.
El operativo se desarrollará en etapas. La primera contempla la asistencia a 50.000 hectáreas de viñedos con difusores de feromonas, priorizando áreas de media y alta presión de Lobesia botrana. En una segunda fase, se sumará la aplicación aérea de insecticidas sobre 180.000 hectáreas -una cobertura que contempla más superficie de la estimada bajo asistencia directa- en los oasis Norte y Este. Para ello, se contratarán servicios de aeronaves, permitiendo una cobertura eficiente y homogénea, además de asegurar trazabilidad en las mezclas aplicadas. En zonas donde no es viable el uso de aviones, se prevé utilizar drones.
La tercera etapa contempla la asistencia con insecticidas de bajo impacto a 47.500 hectáreas, incluyendo 7.500 hectáreas de viñedos orgánicos, cuya protección requiere especial cuidado. A esto se sumará el manejo de la segunda generación de la plaga mediante feromonas asperjables en otras 70.000 hectáreas, con posibilidad de ser aplicadas tanto por aeronaves como por drones, de acuerdo a la ubicación y características de los cultivos.
El programa también contempla una etapa de monitoreo intensivo. Para ello, se destinarán recursos a la compra de trampas y demás insumos necesarios para realizar un seguimiento permanente de la evolución de la plaga y evaluar el impacto de las técnicas aplicadas.
Este ambicioso plan de control integrado refuerza el compromiso del gobierno mendocino con el cuidado del estatus sanitario de su vitivinicultura, motor clave de la economía regional. La combinación de asistencia técnica, monitoreo continuo y apoyo logístico busca no solo proteger la producción actual, sino también sostener la competitividad del sector en los mercados nacionales e internacionales.