Actualidad

El INTA apuesta al biocontrol para una producción de bananos más sostenible en el NEA

Investigadores del INTA Formosa avanzan en el desarrollo de un sistema de control biológico para la Sigatoka amarilla en bananos, con el objetivo de reducir el uso de fungicidas químicos.

 Un equipo de investigación del INTA Formosa avanza en el desarrollo de un modelo productivo más eficiente y sostenible para el cultivo de banano en el NEA, con el foco puesto en reemplazar fungicidas químicos por agentes de control biológico para enfrentar la Sigatoka amarilla, una de las principales enfermedades que afectan a esta producción.

La investigación apunta a reducir de manera significativa el uso de insumos químicos en el manejo sanitario del cultivo, una problemática que impacta tanto en los costos productivos como en la calidad del fruto y las condiciones de trabajo en el campo. El proyecto se basa en la utilización de agentes de control biológico (ACB), organismos capaces de antagonizar patógenos del cultivo y fortalecer el desarrollo vegetal.

"Este trabajo de investigación constituye el paso inicial para la selección de agentes de control biológico. Los aislamientos más prometedores serán evaluados en condiciones de campo para el desarrollo de insumos sostenibles", explicó Gerardo Tenaglia, investigador del INTA.

El eje del estudio es un hongo del género Trichoderma, ampliamente reconocido por su capacidad para inhibir patógenos, estimular el crecimiento de las plantas y adaptarse a condiciones ambientales adversas. En ensayos preliminares, cuatro cepas mostraron resultados alentadores, con mejoras significativas en variables agronómicas y fitosanitarias, incluso con una reducción del 50 % en la dosis de fertilizantes.

"No podemos asegurar aún si el efecto de Trichoderma es directo sobre la Sigatoka o indirecto a través de la promoción del crecimiento y la inmunidad de la planta, pero los resultados son consistentes y muy prometedores", señaló Tenaglia.

El impacto del proyecto va más allá del rendimiento productivo. Desde el INTA destacan que el control biológico aporta beneficios directos a los productores, al mejorar las condiciones laborales, reducir la exposición a agroquímicos y abrir la posibilidad de ofrecer una fruta de mayor calidad, con valor agregado y mejor posicionamiento en mercados diferenciados.

Por su parte, Agustina Aponte, licenciada en Ciencias Biológicas, becaria del Conicet y doctoranda en la Universidad Nacional de Salta, remarcó una de las principales ventajas del hongo: "La gran fortaleza de Trichoderma es su capacidad de esporulación. Las esporas actúan como estructuras de resistencia, lo que le permite sobrevivir en ambientes difíciles y mantener su viabilidad durante largos períodos".

Otro punto clave es la facilidad de aplicación en campo. Según explicó Aponte, el procedimiento consiste en preparar un caldo con agua limpia y la concentración adecuada de la cepa, que se aplica a razón de medio litro por planta, una práctica sencilla que puede integrarse sin dificultades al manejo cotidiano de los productores.

En paralelo, el equipo de investigación desarrolló protocolos específicos de cultivo, metodologías de evaluación y análisis estadísticos, con el objetivo de consolidar un modelo regional de biocontrol adaptado a las condiciones subtropicales del NEA. En la campaña 2025/2026, cinco cepas seleccionadas están siendo evaluadas en parcelas de mayor escala, para confirmar su efectividad y definir la estrategia de aplicación más adecuada.

El proyecto se inició en 2019 con la conformación de un equipo interdisciplinario e interinstitucional, que reúne especialistas en genética, microbiología, fitopatología y estadística. En este esquema, el INTA lidera los ensayos de campo, la selección de sitios de muestreo y el análisis de los resultados, con la mirada puesta en transformar el manejo sanitario del banano y avanzar hacia una producción más sustentable en el norte argentino.


Esta nota habla de: